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El dolor.
El cuerpo humano tiene un conjunto de sistemas complejos para
funcionar, el bloqueo de alguno de estos sistemas produce dolor como
señal de alerta de que algo no va bien, cuando por diversas razones
no somos capaces de conseguir que esos bloqueos se resuelvan de
forma natural, y se hacen crónicos, el dolor se hace presente de
forma permanente en nuestra vida.
En nuestro cuerpo hay diferentes sistemas, unos físicos, otros
bioquímicos, y otros electromagnéticos, y todos están íntimamente
relacionados.
En el tratamiento del dolor podemos incidir de diversas formas, unas
están enfocadas en reconstruir lo físico o eliminar lo dañado
irreparablemente como podría ser una cirugía, también podemos actuar
bioquímicamente introduciendo en nuestro cuerpo un medicamento que
modifique nuestra química interna para facilitar un proceso
acelerado de recuperación, estaríamos hablando de los métodos más
comunes que se utilizan actualmente por la medicina tradicional.
No obstante los dos tipos generales de métodos reseñados en el
párrafo anterior no son los únicos posibles, también podemos incidir
en un elemento que va a poner en marcha todo el conjunto de forma
completa, y es actuando sobre el electromagnetismo de nuestro
cuerpo.
Es importante tener en cuenta que nuestro cuerpo es un sistema
inteligente, que se regula por si mismo, bajo una organización
central y a nivel físico se regula con el sistema nervioso, este
recibe la información que le va a permitir saber como está mediante
microimpulsos eléctricos, y su capacidad de respuesta para resolver
cualquier problema va a estar siempre condicionada por su capacidad
electromagnética, es decir por su capacidad de estimular un
funcionamiento notablemente más intenso de la zona dañada y de
aquellas zonas del cuerpo que contribuyen a la resolución de la
problemática.
Es decir, incrementando nuestra capacidad electromagnética,
aceleramos todos los procesos metabólicos implicados en la
regeneración de cualquier zona dañada, de acuerdo con las
necesidades y la dirección del propio sistema de funcionamiento del
mismo cuerpo.
Actuando desde este punto de vista podemos conseguir que sistemas
que funcionan inadecuadamente, debido a interferencias o bloqueos de
comunicación con el sistema nervioso central de nuestro cuerpo, al
restablecer esa comunicación, vuelvan a funcionar de forma
impecable, desde luego, si la enfermedad aún no ha llegado al punto
crítico de acuerdo con la capacidad electromagnética disponible.
Con Reiki, actuando sobre todos los chakras y los meridianos de
acupuntura, conseguimos regenerar a nivel de nuestros cuerpos
electromagnéticos y en nuestro cuerpo físico, los canales que
permiten que el propio electromagnetismo se regenere
rápidamente restableciendo el funcionamiento central del propio
cuerpo.
Este tipo de tratamientos, en casos avanzados, requieren que la
persona reciba energía de forma muy regular y con un nivel de
intensidad muy alto para conseguir una respuesta fuerte y continua,
del propio sistema nervioso central, para mantener los sistemas
bioquímicos implicados en la depuración y reconstrucción de todo lo
dañado con el nivel de actividad necesaria.
Es evidente que personas enfermas en general no acceden por si
mismas a un nivel de energía suficiente para un proceso acelerado de
recuperación.
Es importante tener en cuenta que sentimos dolor cuando nuestro
sistema nervioso detecta además de contusiones, frecuencias
energéticas de un rango bajo que impiden una comunicación limpia de
una zona del cuerpo con el sistema nervioso central, estoy hablando
de energías de frecuencias parasitarias, lo que habitualmente se
denomina proceso de somatización, que interfieren o bloquean una o
varias zonas del cuerpo, un ejemplo muy conocido es la fibromialgia.
Reiki en estos casos, si se utiliza suficientemente, elimina las
frecuencias parasitarias, y mejora la comunicación electromagnética
de todo el conjunto de nuestro cuerpo físico con su sistema nervioso
central.
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